martes, 1 de marzo de 2016

ANTIHÉROE



Ese hombre que lleva
pantalones de algodón
rosas 
y camisa de cuadros 
metida por dentro 
suda sentado en la bici estática de tu gimnasio. 
En él se combinan el hedor 
a cebolla agria de sus axilas con 
el exudado de lycra barata 
de sus calcetines recién estrenados. 

Tiene amarillas
las uñas y hurga
con saña su nariz con el dedo
meñique. No advierte  
las arcadas contenidas a ambos lados 
el aviso 
del apretado monitor de Crossfit: 
“Perdone señor aquí no se puede 
 entrar con zapatos 
                                   de calle” 

Las máquinas no cesan en su compás 
alienante, los jadeos 
se concentran en captar oxígeno 
a bocanadas 
para quemar la última
caloría del día y tú también
observas a ese hombre
que pedalea 
con toda su fealdad 
(las ingles rosas aprisionando el sillín 
el último botón del cuello 
tercamente abrochado las gafas 
sucias) 
Disimulas, miras
hacia otro lado, imaginas
su desnudo blando
en los vestuarios
y envidias
                     (en el fondo, en
                                          secreto)
su animal, su escrupulosa falta
de pudor.

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