domingo, 20 de diciembre de 2015

GEOMETRÍA VARIABLE



Somos círculos
concéntricos
de llanto que contiene 
amor 
que acoge a la
vida
que abarca
las alas 
que abanican a peces
de río
que agonizan
vueltos
los ojos 
hacia el agua.
Que la sala el llanto
de aquel
que no puede amar.

Se desconcentró 
la rueda
volvió la vida a sus líneas
rectas
cayeron los párpados
que no quisieron saber
quién de nosotros
reventó
el mandala.

jueves, 10 de diciembre de 2015

CATA A CIEGAS






A pausados vahos
de espuma templada
que devuelven la sal
a mi boca
                 dormida
cuando muerdo la almohada
y me voy                        lejos.



Al almíbar que invade
y empalaga
de fluidos obscenos los patios
Invisibles
para colarse en mi suelas
para subir hacia arriba
para quedarse allí las moras.
Moras, mauritas, las moras”



A sudor de cuero acre
a Terral de lengua
seca
a la saliva dulzona del sol
que corrompe las biznagas
a sur que hacia el norte trepa
en un camino de migas que
saben a oliva y retuercen
sus brazos contra el cielo.
Como invitándome a volver.



A nada de eso huele
ni sabe
esta niebla que amenaza
con volver inocuo todo
aquello que aún puedo degustar con
añadirme a su horda de espectros
(almas de nube venida a menos)
si me toca.



Vuelvo a cerrar los ojos
a arrebañar con la lengua
escondía
los restos de la cata.














lunes, 19 de octubre de 2015

Lo reconozco...

Lo reconozco
aún no sé bien cómo
evitar que broten
esos ramos
de expectativas
que suelen engancharse en mis costillas
como perchas siniestras
"Cuelga aquí tu abrigo más grueso"
me susurran altivas
aireando su cinismo. Sabedoras
de que no hay tejido alguno
que arrope al miedo
si acepto su trato.



Supongo que se trata
de una cuestión
de ensayo y error.
De abandonarse
con consciencia
a los instantes que te ofrecen
besar la palma
de sus manos oler
                           su nuca
unos segundos y saber
que sabe a ahora y a vida.
Porque nunca fue futuro
ni deseo de paso o imagen
                                      proyectada.
Tan solo eso: placer bienvenido.
         
   

miércoles, 26 de agosto de 2015

EL NOMBRE DE LAS COSAS


Este blog se llama 4CubosGrises, pero hace un mes que retiraron la fuente de inspiración de este título, tan escasamente pulcro, de delante de mi ventana. Ahora sólo hay un cartel en el que el Ayuntamiento de Málaga avisa sobre la nueva ubicación de los contenedores. Y mienten. Yo he ido a buscarlos, a despedirme de ellos y no están, pobres bestias hediondas, maltrechas de sustancias impúdicas.
Es curioso, desde que no veo los 4 cubos grises detrás de las rejas del salón de mi casa ya no he vuelto a escuchar a los gorriones ni al hombre que silbaba boleros (dolorosamente bien, por cierto) Y me pregunto dónde estarán. Los cubos, me refiero. Puede que les hayan castigado por haber atraído, en cierta manera, una cantidad ingente de muebles desvencijados y utensilios obsoletos (y sucios, muy sucios) a su alrededor. Y puede que por ello les hayan desterrado a un barrio donde los niños acostumbren a patear sus vientres o les hayan convertido en juguetes con los que, esos mismos niños, jugarán después en las plazas.
Pero ellos no tenían la culpa. Sólo se dejaban hacer con la languidez habitual que tienen los contenedores cuando abren sus grandes bocas y tragan lo que les echen. Nunca protestaron. Jamás exclamaron :"Eyyy tú ¿No te han dicho que las bolsas de plástico hay que cerrarlas antes de arrojarlas?" Ni regurgitaron su contenido después de saborear una repulsiva y ecléctica masa de residuos orgánicos, consecuencia de los dedos laxos del huevón de barrio que no. No piensa cerrar la bolsa de basura antes de arrojarla. Porque no hay necesidad.
Confieso que yo también los odié. Desprecié profundamente su estructura, su tacto y ese gris vulgar que me robaba espacio en la retina. Maldije sus pesadas tapas al levantarlas y blasfemé contra ellos cuando éstas faltaban. Les insulté por su olor y casi me peleo con una vecina cuando intenté mover uno de ellos tan sólo unos metros para que el paisaje que abarcara mi vista incluyera tres y no 4. Malditos. Cubos. Grises.
Ahora que acumulo cajas, maletas rebosantes y bolsas de plástico de esas de cuadritos con cremalleras, como las que llevan en la baca del coche la gente que cruza el Estrecho en curso legal, los echo de menos. Ahora que ensayo cada día cómo decirle "hasta luego" a esta ciudad y tengo la certeza de que, en mi próxima ventana, no habrá cubos que valgan porque sólo hay sitio para los trigales y las puestas de sol de un horizonte infinito (ancha es Castilla) Justo ahora me gustaría volver a mirar a los 4 cubos grises a los ojos. Porque ellos no me juzgaron por mi forma ni por mi olor y me aceptaron destartalada y apestando a tristeza. Porque me intuían indiscreta y aún así me dejaron hurgar y fisgar y encontrar tesoros en sus paredes mugrientas.
Mucha gente me ha sugerido que algún día los cubos grises se convertirán en destellos luminosos que atraviesan gotas de agua. Que se volverán color. Pero yo quiero que sigan como hasta ahora: feos, toscos, opacos. Creo que esa falta absoluta de belleza me hace ser más consciente del nombre de las cosas. Por ejemplo:
Yo me llamo Alba.
La ciudad de la que marcho se llama Málaga.
Y mi blog se va a seguir llamando 4CubosGrises... Se lo debo. Como mínimo.

jueves, 30 de julio de 2015

Habitaciones encendidas

Desde este ahora
-que es el mío y el de nadie más-
voy a dejar siempre
la luz encendida.
Cuando la apago tampoco es fácil:
la oscuridad desprende un hedor mascable
a soledad quieta.
Pero me aterra aún más
que la escena permanezca
exacta
con todo su desamparo
cuando vuelvo a pulsar el interruptor.


La silla rota el colchón
hundido la falta
de ventilación.
Ese reloj de pared impúdico
cuyo péndulo perfora
a voces los secretos.
No seré yo quién los camufle
con arrullantes hamacas sueños
viscolásticos con el viento
que agita los jazmines antes
de morir
en sus biznagas
con la arena que avanza
silente
y no censura al tiempo
porque puede
girar
y comenzar de nuevo
hasta el infinito.


Es hora de no
apagar las habitaciones
de mirar sin tapujos
con indiscreción
los muebles podridos.
De saber que están y
que se quedan hasta que yo decida
convertirlos en mota de polvo
minúscula
que solo se vuelve monstruo
cuando es sombra
que mi luz proyecta y agiganta.
Cuando yo dejo que lo sea.





jueves, 9 de julio de 2015

Del tacto...

Me voy allá donde el tacto es la ventana, los postigos abiertos, el mundo sin cáscara, el fruto en su punto.
Allá donde las manos dicen más de lo que esconden tras las uñas. Y los ojos y las orejas se convierten en trampantojos de lo que cuenta la piel. Meros adornos, envoltorios vacíos.
Ahora la epidermis dirige. Espero estar a la altura de sus poros.

.

martes, 23 de junio de 2015

calma (Del lat. cauma, y este del gr. καῦμα, bochorno)

CALMA:
 (RAE.1):Estado de la atmósfera cuando no hay viento.

CALMA:
(Alba.1): Utopía fomentada por un alto grado de excitación transversal y continuo. 

(Alba.2): Estado antónimo a la humedad descontrolada de mi atmósfera. A todos los vientos que husmean en mi falda.

(Alba.3): En el después, respiración pausada que alteran los cuerpos mientras tanto.



viernes, 12 de junio de 2015

Be water





Los hombres que tienen
el pecho hueco
no entienden de abrazos abultados.
Y cuando te tocan no queman
ni duelen
ni siquiera te alivian
(hoquedades aparte)
del deseo torpe y enquistado como
el niño gordo
que tapona
el tobogán del parque.

Cuando un hombre con el pecho
hueco
te abraza
solo queda esperar un soplido
que estertora
cuando empieza.
Una especie de nada, un remanso
de intenciones
Un insoportable no saber
lo que un abrazo exige.

A aquellos que descubran hueco
su pecho
decirles que estoy enfema
de tactos mediocres
que no soporto las medias
tintas
de su abrazo necio.
Que prefiero que atesoren
sus hombros y sus dedos y su fuerza
y ensayen empíricamente
con
un mástil
con farolas, con esa papelera
a la que arrojan -miserables-
las caricias que llegan
a destiempo.

Pero conmigo no
que me convierto en piedra y
me cuesta
salir de sus troncos
vacíos
rodar por el suelo
hasta volverme agua de nuevo.
Saberme cualquiera y desatendida.
Reaprender.

martes, 9 de junio de 2015

EL PAN





Ahora el pan está en suelo. Un barrendero lo acaba de arrojar allí. Tiene guantes pero ni siquiera lo ha tocado, para eso maneja la escoba. Después lo empujará hasta su cubo verde con ruedas. Y de allí pasará a otro más grande y se sucederán los lugares y las manos de las que depende y al final se pudrirá o se convertirá en otra cosa lejos de ser el sustento que colma los agujeros básicos de la apetencia. Muy lejos de formar parte de un bodegón al lado de un vaso de agua que deja su marca de cal encima de un hule pegajoso. Dolorosamente alejada de ser una simple barra de pan.

Me ha parecido escuchar las bocas a las que iba destinada, piando de escasez. Les acompaña el quejido articulado de un nido de gorriones y el silbido indolente de alguien que siempre tararea boleros por las mañanas: "Dicen que la distancia es el olvido..." 
Cierra este coro de instintos un pedal de agua rugosa. Agudizo el oído y compruebo: es mi propio estómago. Aún no he desayunado y he decidido que me siento agusto alargando un poco más esta armonía siniestra a cuatro cuerdas.

Pero tengo hambre. Y me tenso. Y me rompo.
                                                                         Y me voy a comprar pan.


sábado, 6 de junio de 2015

UN WINDSOR PERFECTO


El mensaje era claro, conciso, breve y letal: no insistas, decía. Vete, repetí. Y escuché el primer golpe sordo. Después un pitido. Vete. Y un gusto metálico en la boca. El pestillo de la habitación de Paula se cerró. Sonreí. No vuelvas. Y ya sólo hubo caballos al galope hollando mis costillas, avispas enjambradas en mis ojos, líneas rojas que se vuelve curvas y se expanden. Como las algas que invaden sin piedad las playas. Eso fue lo último que pensé antes de sentir un tacto de seda tibia rozando mi cara. Busqué a ciegas. No controlé la fuerza, agente. Mi madre siempre lo decía: "Hija, nudo apretado, hombre consquistado" Y él odiaba llevar la corbata torcida.

PERSPECTIVA


Hay dos hombres hablando. Detrás del contenedor gris. A través de las rejas que cancelan mi hogar. Bajo mi punto de vista. No les escucho pero puedo captar el hedor animal de sus axilas, de las húmedas esquinas amarillas de la calle. De la carcoma astillada del mueble sobre el que se sientan. Del óxido del tubo de escape de una moto que no sirve para escapar a ningún sitio. Intuyo que conversan sobre la mugre que invade sus bolsillos, sobre la nada que habita en sus cazuelas y las fotos que se solapan en su carteras: rostros de niños de ojos redondos y muelles en los pies y de mujeres que en la cama se abren como flores secas.


Hay una mujer haciendo fotos. Dentro del salón de un piso bajo. Custodiada por las rejas de la ventana que está delante del contenedor gris. Junto al que estamos sentados. Ella piensa que no puedo verla, todavía en pijama, los párpados hinchados y el café esmaltando sus dientes. Piensa que no huelo la desidia que envuelve su sexo tibio. La adrenalina que desprenden sus manos al romper, durante unos segundos, el tedio de los días-cuenco que nunca rebosan. Que mueren muertos de sed. Un rictus compasivo se asoma en su boca cuando nos escruta. Pobre mujer triste que no sabe compartir la alegría y el tabaco en las calles sucias de la ciudad asolada.
Quizás la invite a sentarse aquí. Sobre este mueble casi nuevo del que alguien ha decidido prescindir. Qué suerte. Estamos esperando a que Rachid venga con la furgoneta y se lo lleve. Mientras tanto, puede que invite a la mujer que hace fotos a saltarse las rejas y mirar a estos cuatro cubos grises a los ojos.

jueves, 4 de junio de 2015

Bajo el ala



Cuando él confesó que el arma del crimen había sido un borsalino negro, nadie le creyó. Meses antes, ella salió del trabajo sola. Sola comió y asolada leyó la prensa mientras removía un café. Largo y solo. Después vino el golpe al doblar la esquina. Aquel hombre tan joven se levantó, se colocó el sombrero apresurado y le ayudó a levantarse del suelo.
El encontronazo dio lugar a los encuentros. Las bocas enlazadas combatieron el pecho hueco de ella y las habitaciones con monstruos de aquel joven que sólo se quitaba el sombrero cuando se amaban a oscuras. Una noche él entró en el baño y encendió la luz. En su redonda alopecía, ella distinguió dos manchas. Dos alas marrones. Como las que tenía su hijo cuando le parió. Muerto, le dijeron.
-Ponte el sombrero y vete- susurró antes de caer, desplomada, sobre las baldosas grises.

miércoles, 3 de junio de 2015

Mejor así...
















Menos mal que ya no estás y no puedes
olerme el miedo tras el embozo
-ya nadie me besa así antes del sueño-
de otro día que comienza yermo.
Desgastadas ya las ganas de que algo
         extraordinario
                               suceda.

Y no puedes comprobarme así
con el pelo en la cara
así, derrotada y sin intención
ninguna de peinarme. Sin plantarme ante el mundo
con la cara lavada sin contestar
al tirano
como una escopeta.
                               Con las uñas sucias.

Espero que no pienses escaparte
de allá donde transites y aparezcas
espectral e impávida:
- ¿qué habéis hecho con todo aquello
que contruí para vosotros? -
Y te des cuenta de lo frágiles que eran
los cimientos que sujetaban
      tu casa
de que que ya nada importa más allá
de nosotros mismos.

Menos mal que yo estoy
y tú solo
en mi cabeza, en las hordas
de salvajes que asaltan
mi pecho cuando te pienso
en el dedo
torcido, irreverente y meñique
de mi mano izquierda.
En la ajada puerta del paraíso
tras la que espiabas
Violeteras” de provincia.

Que te van a oir, abuela, que no hay lugar
para el sueño allá arriba que no vendrá
ese beso al final. Que está prohibido cantar.
Que para eso no sirven los palos
                                                   de las escobas.

martes, 2 de junio de 2015

Bienvenido/a a 4CubosGrises

Los veo cada día desde mi ventana.


Escoge en cuál de ellos prefieres hurgar:

-CUBO 1: Versos orgánicos.
-CUBO 2: Envases narrados.
-CUBO 3: Vidrioperiodismo.
-CUBO 4: Bolas de papel (o cajón de sastre)

No se admiten devoluciones. A partir de ahora, las palabras que encuentres en los cubos formarán parte de tus despojos, pero también podrán reciclarse en un abrigo, en un dedal...O, con un poco de suerte, en un colchón donde despertar del letargo.