martes, 9 de junio de 2015

EL PAN





Ahora el pan está en suelo. Un barrendero lo acaba de arrojar allí. Tiene guantes pero ni siquiera lo ha tocado, para eso maneja la escoba. Después lo empujará hasta su cubo verde con ruedas. Y de allí pasará a otro más grande y se sucederán los lugares y las manos de las que depende y al final se pudrirá o se convertirá en otra cosa lejos de ser el sustento que colma los agujeros básicos de la apetencia. Muy lejos de formar parte de un bodegón al lado de un vaso de agua que deja su marca de cal encima de un hule pegajoso. Dolorosamente alejada de ser una simple barra de pan.

Me ha parecido escuchar las bocas a las que iba destinada, piando de escasez. Les acompaña el quejido articulado de un nido de gorriones y el silbido indolente de alguien que siempre tararea boleros por las mañanas: "Dicen que la distancia es el olvido..." 
Cierra este coro de instintos un pedal de agua rugosa. Agudizo el oído y compruebo: es mi propio estómago. Aún no he desayunado y he decidido que me siento agusto alargando un poco más esta armonía siniestra a cuatro cuerdas.

Pero tengo hambre. Y me tenso. Y me rompo.
                                                                         Y me voy a comprar pan.


2 comentarios:

  1. Bravo. Redondo. Qué escandalosamente bien te rompes en palabras

    ResponderEliminar
  2. No olvides el sendero de migas para volver.

    Te quiero.

    d.

    ResponderEliminar