Lo único que
nos borra
las piedras bajo los ojos
en los días normales
(sólo eso: normales)
dentro del vientre abultado
de Metro Madrid es
ese oboe
que detiene la prisa
el bandoneón
que pone rostro
a los hijos del ruido.
Y con qué facilidad
con que falta de consciencia
ignoramos tantas veces
que en eso
consiste la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario